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Cómo silenciar tu crítico interior y sentirte mucho mejor contigo mismo

¿Verdad que recuerdas aquel comentario tan desagradable que un colega hizo sobre ti hace tiempo como si hubiese sucedido ayer mismo?

¿Y las semanas de mediaciones tan estresantes que se desencadenaron a raíz de ese incidente?

¿A que puedes recordar claramente el impacto que un evento negativo tuvo en ti hace años?

Pero, y aquella sensación maravillosa que sentiste al subir una cima espectacular en Suiza…

¿La recuerdas tan claramente?

Me atrevería a responder por ti.

Recuerdas con mucha más claridad los eventos negativos en tu vida que los positivos.

¿Cierto?

Si es así, compartes esa tendencia con el resto de los seres humanos de este planeta.

Y es que, la supervivencia del ser humano nos ha condicionado para prestar más atención a lo negativo que a lo positivo.

Es lo que se conoce como “Negative Bias”.

Y es la respuesta al estresante entorno en el que nuestros antepasados vivían y que les obligaba a estar siempre atentos a las amenazas constantes en el medio ambiente para poder sobrevivir.

Este cerebro se ha desarrollado y nos ha mantenido vivos con éxito durante miles de años.

Hasta ahora.

Hoy en día no es siempre necesario vivir en un modo permanente de supervivencia.

Pero, las tendencias negativas de nuestro cerebro se siguen imponiendo.  

Y eso, más que beneficiarnos, tiende o perjudicar nuestra manera de pensar y nuestro comportamiento.

¿Podemos combatir una tendencia tan arraigada en nuestra personalidad?

Desde luego.

Te cuento cómo a continuación.

1- Sé consciente de tu “discurso interior”

Una de las maneras más asequibles de minimizar el poder de nuestro “negative bias” es ser consciente de nuestro discurso interior y de sus tendencias a llevarnos por el camino de la negatividad.

El psicólogo ruso de origen judío Lev Vygotski, definía el discurso interior “no como la representación interior de nuestra habla externa, sino como una función en sí misma. Sigue siendo un discurso, es decir, pensamiento conectado con palabras. Pero mientras que en el discurso externo el pensamiento está encarnado en palabras, en el lenguaje interno las palabras mueren a medida que producen el pensamiento.”

Como hemos visto, ese discurso interior que, a primera vista podría parecer tan rico e incluso inofensivo, puede convertirse en una herramienta muy grave de auto sabotaje.

Por eso, hay que ser consciente de esta tendencia innata en los seres humanos y aprender a identificarla.

Podemos aceptar su existencia, reconocerla sin juzgar.

Darle permiso para que hable.

Escuchar esa voz, sin juzgar su contenido.

Simplemente, acéptala como parte de tu ser, pero niégate a que se convierta en tumayor enemigo.

¿Pero, qué sucede si tras ser consciente de tu discurso interior y su tendencia hacia la negatividad no consigues “domarlo” y empieza a hacer de las suyas?

Pausa.

Empieza por reconocer que no eres tú, sino tus experiencias pasadas las que están hablando.

Cuestiónale.

Y aplica los ejercicios que yo uso y que te cuento a continuación:

 

2- Cuida las palabras y el tono que utilizas en tu discurso interior

Mahatma Ghandi nos recordaba lo siguiente:

“Cuida tus pensamientos porque se convertirán en tus palabras, cuida tus palabras porque se convertirán en tus actos, cuida tus actos porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos porque se convertirán en tu destino.”

¡Y cuánta verdad tenían sus palabras!

La mayoría de nosotros intentamos escoger las palabras que utilizamos al hablar con las personas que nos rodean.

¿Y por qué no hacer lo mismo con nosotros?

¿Por qué no cuidar el vocabulario con el que nos hablamos?

¿El tono de voz que usamos…?

¿Por qué no intentar ser más autocompasivos con nosotros mismos?

No cabe duda que nos sentiríamos mucho mejor y viviríamos con un estado de ánimo mucho más positivo.

¿Cómo puedes “bajarle el tono” a tu crítico interior y desarrollar una conversación mucho más positiva y alentadora?

  • Se consciente de los “Tengo que” y “Debo” y sustitúyelos por expresiones mucho menos exigentes como “Me gustaría”.  
  • Se consciente de las críticas y las descalificaciones generales de tu pensamiento y sustitúyelas por comportamientos concretos. Es decir, en lugar de “Soy un irresponsable (siempre)” haz referencia a una situación concreta en la que has actuado de manera irresponsable, pero puedes cambiarla con un poco de intención.
  • Intenta replantear cualquier pensamiento o frase negativa en tu mente en términos positivos para centrar tu atención en los aspectos positivos de la realidad. Es decir, en lugar de: “Nos falta tanto para acabar las reformas de la casa” intenta pensar en términos positivos como “¡Qué rápido hemos avanzado y qué buena labor hemos hecho sin tener grandes conocimientos de diseño y construcción ¡Además nos va a quedar una casa preciosa!”
  • Remplaza palabras radicales y generalizaciones con otras menos tajantes. Evita los “todos”, “siempres”, “nuncas” y “nadas”, así como “lo peor.

3- Observa tu discurso interior y aplica auto-compasión al proceso

Se ha encontrado en los resultados de  algunos estudios, que nuestra balanza de emociones positivas y negativas solo se equilibra con una ratio de 5 a 1. Es decir, 5 pequeños momentos de felicidad equivalen a 1 momento de negatividad. O, en otras palabras, lo que cuenta es la frecuencia con la que nos sentimos felices, no la intensidad de la emoción. 

Una fiesta de cumpleaños muy sonada una vez al año, está muy bien.

Pero, lo que realmente hacia inclinar la balanza son las pequeñas sonrisas, las comidas entre amigos, los paseos al aire libre, los momentos de introspección…

Por eso, es tan importante que seamos conscientes de qué pensamos y decimos.

Yo, personalmente, observo varias veces al día qué estoy pensando.

Te invito a que lo pruebes también. Te cuento cómo lo hago:

  1. Empieza durante diez días.
  2. Ponte 1 o 2 alarmas en el móvil para recordarte que ha llegado el momento de pausar y mirar hacia tu interior. Ha llegado el momento de recordarte que eres un ser humano y que ese torbellino de pensamientos es totalmente natural.
  3. Dedica esos segundos o minutos a hablarte a ti mismo con amabilidad, sin juzgarte ni culparte. Es el momento de ser compasivo contigo mismo. Recuerda que esa autocompasión te va a ayudar a silenciar tu auto crítico hoy. Mañana. Y siempre.  
  4. ¡No desistas y verás qué pronto se equilibra la balanza de tus emociones!

 

benevolencia

¿El proceso te resulta difícil por tu cuenta?

Ponte en contacto. Estaré encantada de ayudarte.  

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